Con correa pero sin bozal
Cuando me mudé a esta ciudad, tenía 19 años y, si bien venía en carrera, el hambre de lo nuevo estaba siempre al palo. Todo me resultaba erótico, aún más…
Cuando me mudé a esta ciudad, tenía 19 años y, si bien venía en carrera, el hambre de lo nuevo estaba siempre al palo. Todo me resultaba erótico, aún más…